Vivimos en un entorno que evoluciona a la velocidad de la luz.
Y si miramos hacia atrás, nos daremos cuenta de la cantidad de cambios que ha sufrido nuestro estilo de vida, nuestra forma de comportarnos, nuestra forma de comprar… De la mano de la tecnología han surgido necesidades que antes no teníamos y hemos evolucionado, no sólo en los medios que utilizamos para comunicamos con los demás, sino también en la forma en la que lo hacemos.