Reverse Logistics and Marketing as Tools for Sustainability
El consumo global de recursos ha crecido enormemente en las últimas décadas, y en un escenario económico lineal, ha generado consecuencias adversas para el medio ambiente, amenazando el estilo de vida de las personas (Oberle et al., 2019). La sobreexplotación de recursos naturales, la contaminación y la creciente cantidad de desechos debido al modelo económico lineal de producir-usar-desechar han provocado una crisis ambiental sin precedentes, que se traduce en una crisis económica y social. Los riesgos más importantes a mediano plazo para la economía mundial están relacionados con el cambio climático, tanto en probabilidad como en severidad económica (Word Economic Forum, 2016).
El calentamiento global se acelera y amenaza a países, ciudades y personas con catástrofes naturales, afectando más a las naciones de menores ingresos que son las que menos contribuyen a las emisiones. Si continuamos con los modelos económicos y niveles actuales de extracción y consumo de recursos, enfrentaremos un colapso climático y, con él, un colapso económico y social.
Ante esta situación, surgió el concepto de sostenibilidad. Este concepto tiene su origen en Alemania en 1713, con Hans Carl Von Carlowitz. A lo largo de los años, se revisó hasta llegar al informe socioeconómico de la ONU “Nuestro Futuro Común” en 1987, conocido como el “Informe Brundtland”, que promovió la conciencia internacional sobre la degradación ambiental y la interrelación entre desarrollo y medio ambiente, reconociendo las desigualdades sociales.
En la Declaración de Río de Janeiro sobre Medio Ambiente y Desarrollo de 1992, se propuso un modelo de sostenibilidad basado en tres pilares: económico, social y ambiental, para mantener un equilibrio que permita un mercado competitivo y beneficios sin comprometer el futuro social y ambiental del planeta.
El 25 de septiembre de 2015, en el marco de las Naciones Unidas, los líderes mundiales acordaron un conjunto de objetivos globales (ODS) para erradicar la pobreza, proteger el planeta y asegurar la prosperidad para todos, como parte de una nueva agenda de desarrollo sostenible. Estos 17 objetivos, cada uno con metas específicas para los próximos 15 años, son ambiciosos y tienen el potencial de transformar la sociedad, abordar la desigualdad y los nuevos desafíos, como el cambio climático, el crecimiento económico sostenible, la capacidad productiva, la paz, la seguridad y la creación de instituciones efectivas, responsables e inclusivas a todos los niveles.
Como ya anticipó Koffi Annan, Secretario General de la ONU de 1997 a 2006 y Premio Nobel de la Paz en 2001: “Debemos elegir entre un mercado global impulsado solo por cálculos de ganancias a corto plazo y uno con un rostro humano. Entre un mundo que condena a una cuarta parte de la humanidad al hambre y la pobreza extrema, y uno que ofrece al menos una oportunidad de prosperidad en un entorno saludable. Entre uno lleno de egoísmo en el que ignoramos el destino de los perdedores, y un futuro en el que los fuertes y exitosos aceptan sus responsabilidades, mostrando visión y liderazgo global” (Koffi Annan, 1999).
Jorge Lara-Guillén, M. Dolores Méndez-Aparicio, Ana Isabel Jiménez-Zarco (2024).