Blog

Hipotecas y emociones: ¿oportunidad perdida o inicio de una gran relación?

Clara y Marcos llevaban meses soñando con su primera casa. Una con un pequeño jardín donde su perro pudiera corretear, y una buhardilla luminosa que Clara ya imaginaba como despacho. El día que encontraron la vivienda perfecta, no lo dudaron. Hicieron una oferta… y entonces empezó el verdadero reto: conseguir la hipoteca.

Desde el primer contacto con su banco, la ilusión dio paso a la ansiedad. Documentación infinita, tecnicismos incomprensibles, silencios largos e inexplicables. Cada interacción les dejaba con más dudas que respuestas. La notaría, en teoría el gran día, se convirtió en una escena fría y burocrática. Por parte del Banco apareció un gestor administrativo al que no habían visto nunca antes, el director de la oficina apareció con prisa, les saludó rápidamente y les comentó que no se podía quedar, porque tenía “cosas que hacer” 

Ni una sonrisa, ni una palabra de enhorabuena. Ni una copa para brindar.

Lo que debería haber sido un hito emocional terminó sintiéndose como un trámite más. Sin duda la entidad financiera perdió la oportunidad de generar una experiencia realmente memorable. 

Este caso —tan real como frecuente— refleja una gran verdad: en el proceso hipotecario existe una profunda asimetría emocional entre cliente y gestor de la entidad.

  • Para el cliente es probablemente la operación más importante de su vida. Un paso vital que está cargado de miedo, ilusión, dudas y muchas expectativas.
  • Para el gestor es solo una más. Otro expediente. Otro formulario. Otro día en la oficina.

Esa falta de sintonía emocional no solo empobrece la experiencia del cliente. Es, además, una oportunidad desperdiciada de crear una conexión memorable e iniciar una fructífera relación bancaria.

Porque la realidad, es que ese cliente al que hemos dado la hipoteca, difícilmente volverá a pesar por la oficina durante los próximos años. Y si pensamos que vamos a venderle interrumpiéndole en su trabajo para venderle un fondo de inversión, estamos muy equivocados.

¿Qué están haciendo mal las entidades financieras?

Durante décadas, los procesos bancarios se han diseñado con una lógica interna orientada a minimizar riesgos y maximizar ingresos. Y aunque muchas entidades han creado áreas de experiencia de cliente que intentan introducir la visión del usuario en los procesos, la distancia entre intención y ejecución sigue siendo abismal.

El resultado: puntos de contacto que, lejos de aportar valor, generan inseguridad, frustración e incluso enfado.

Y esto ocurre, paradójicamente, en un contexto donde las entidades cada vez tienen menos oportunidades de estar físicamente con sus clientes.

 

Los momentos de la verdad: claves para generar vínculo

No hacen falta grandes inversiones. Lo que realmente transforma la experiencia es una actitud empática y una mirada centrada en las emociones del cliente. Aquí van algunos momentos críticos que pueden marcar la diferencia:

Cuando el cliente encuentra su casa

Este es un momento de altísima carga emocional. El cliente ha dado un paso importante, pero aún no tiene certezas. Reforzar su decisión en este punto puede generar una conexión de gran valor. Muchas entidades cuentan con aplicaciones de tasación online, que permiten obtener un valor estimado del inmueble de forma rápida.

Un buen gestor puede aprovechar esta herramienta para reforzar la decisión del cliente: “Estás tomando una buena decisión, mira cómo se comportan inmuebles similares en esta zona”. Validar la elección da seguridad y refuerza la confianza.

El primer contacto con la entidad: claridad y empatía

En lugar de bombardear al cliente con una lista interminable de documentos, lo prioritario es resolver sus dudas y darle visión de conjunto. ¿Qué pasos vienen después? ¿Cuáles son los tiempos estimados? ¿Qué puede esperar en cada fase?

Una guía sencilla, que explique conceptos básicos como “contrato de arras”, “nota simple” o “tasación”, puede ser una herramienta muy valiosa. Lo importante es que el cliente sienta que no está solo y que el banco le ayuda, no solo en obtener el préstamo, sino en todo el proceso de compra de la vivienda.

La firma del contrato de arras: educar y acompañar

Aunque el banco no interviene directamente en este paso, para el cliente es un salto al vacío. Está entregando una cantidad significativa de dinero sin saber todavía si obtendrá financiación ni si la tasación saldrá como espera.

Aquí es clave que el gestor se anticipe. Explicar con claridad todo el proceso, detallar las fases y riesgos, y ofrecer tranquilidad sobre la viabilidad de la operación puede aliviar buena parte de la ansiedad. Educar es cuidar. Y cuidar en este momento puede marcar una diferencia emocional poderosa.

La espera de la concesión: presencia activa

Para el cliente, el tiempo de espera es angustioso. Para el gestor, simplemente “el expediente está en curso”. Esa diferencia de percepción puede generar una experiencia negativa si no se gestiona con cuidado.

Las esperas informadas se perciben como más cortas y más justas. Si la operación va a tardar una semana, es vital cumplirlo. Y si hay demoras, hay que informar con antelación, no esperar a que el cliente llame preocupado.

Un contacto semanal, aunque sea para decir “todo sigue igual”, genera tranquilidad.

La venta cruzada: responsabilidad, no imposición

En muchos casos, el cliente accede a contratar productos adicionales (seguros, planes de pensiones, tarjetas) para obtener mejores condiciones hipotecarias. El problema surge cuando esa venta se hace de forma mecánica, sin explicación.

Especialmente con los seguros, una mala experiencia posterior puede generar un impacto negativo duradero. Si no se han explicado correctamente las coberturas, el cliente se sentirá engañado.

La clave está en tratar esa venta con el mismo cuidado y transparencia que cualquier otra. No como una “venta calzada”, sino como una oportunidad para aportar valor real.

El día de la firma en notaría: convertir un trámite en un recuerdo imborrable

Este es el gran día. El cliente va a firmar su futuro. Y lo recordará siempre.

Muchas veces, el director de oficina aparece con prisa, sin saber bien quién es el cliente ni qué operación va a firmar. A veces, ni siquiera está presente.

Pero este es el momento perfecto para generar una experiencia “wow”: una felicitación personalizada, un pequeño obsequio simbólico, un gesto de celebración. No se trata de teatralizar, sino de conectar emocionalmente con el cliente, que acaba de hacer la compra más importante de su vida y valorará que convirtamos ese momento en algo inolvidable.

No desaparecer tras la escritura

Muchas gestores consideran que, una vez firmada la escritura ante notario, el trabajo ya está hecho. Pero para el cliente, ese momento no es el final del camino, sino el inicio de una nueva etapa, llena de ilusión… y de gastos.

Comprar una vivienda implica asumir una serie de desembolsos adicionales: muebles, electrodomésticos, pequeñas reformas. Y, como sabemos, las obras casi siempre se desvían del presupuesto inicial.

Por eso, un simple gesto como una llamada o mensaje al mes de la firma para preguntar cómo va todo puede marcar la diferencia. No solo transmite cercanía y cortesía. También permite detectar necesidades no cubiertas y ofrecer productos o servicios adicionales que realmente aporten valor en ese momento: un préstamo personal para amueblar la casa, una línea de crédito para afrontar los imprevistos de la reforma o un seguro específico para proteger el contenido del hogar.

Conclusión: aprovechar el momento o perderlo para siempre

La revolución digital ha traído eficiencia, pero también distancia. En ese contexto, el proceso hipotecario se ha convertido en una rara excepción: una experiencia que aún permite el contacto humano.

Y precisamente por eso, tiene un valor estratégico.

Las entidades financieras que logren convertir estos momentos en experiencias memorables no solo cerrarán operaciones, sino que construirán relaciones duraderas. Relaciones basadas en la confianza, la empatía y el recuerdo emocional.

Porque lo que Clara y Marcos recordarán no es el tipo de interés. Es cómo les hicieron sentir en una de las etapas más complejas y emocionantes de su vida.

 

Agustín Rosety Cózar.

Socio Director de Moebius Consulting

Entradas relacionadas

Dejar un comentario

Este sitio esta protegido por reCAPTCHA y laPolítica de privacidady losTérminos del servicio de Googlese aplican.

El periodo de verificación de reCAPTCHA ha caducado. Por favor, recarga la página.